Este fin de semana, en Capital Federal se presentó un libro de poemas
del cual forman parte algunos de los maravillosos versos de Jorge Romero.
Esta Antología llamada, “Río de palabras”, es una selección que
integran poetas argentinos y de otros países, entre ellos, el talentoso Jorge.
La poesía de Jorge Romero, es popular y si bien aborda diferentes
temas, ha logrado poner en palabras el sentir de muchos cuando se refiere a
personajes, lugares o costumbres de Baradero.
¿Contanos sobre tu participación en la antología Río de palabras?
“En realidad tenía tres o cuatros poemas que pedían ya darles como una
especie de cierre en mi vida y entonces salió la posibilidad de presentarlos
para esta antología y lo envié, la editorial tiene un comité de selección y
bueno los seleccionaron para la antología así que en realidad me produjo una gran
alegría, porque viste cuando ya querés llegar a una etapa con algunas de tus
cosas, con algunas de tus épocas y si bien no soy apegado a las cosas, entonces
pensé en tenerlos todos impresos en algún lugar y como se hace muy difícil a
veces la producción propia de un libro, siempre la antología es una buena
solución”.
¿Dónde fue la presentación?
“Esto fue en el Club Italiano en Capital, la editorial alquiló una sala
en la Capital y se hizo la presentación con algunos de los escritores, muchos
son de muy lejos- estábamos los más cercanos- porque esta antología tuvo la
particularidad de tener escritores de otros país y de lugares lejanos y muchos
no pudieron estar”.
¿Qué poemas publicaron?
“Los poemas no son lo de las más nuevos, yo para tener cierta seguridad
de que fueran seleccionados, estos poemas habían sido premiados en algunos
certámenes, entonces me daba cierta garantía de los iban a tomar y entonces
quise juntarlos a todos, son de distintas épocas, no son de los que estoy
escribiendo ahora, pero es como que llega a un punto que querés ya pasar a otra
cosa y como yo soy medio despojado de las cosas, después andan extraviados por
ahí, me pasa que me encuentro con cosas escritas que han sido publicadas en
algún lado y no recuerdo donde, soy medio de perder las cosas”.
¿Tenés muchas cosas escritas que no compartiste?
“Tengo la costumbre de que si hay algo que no me convence a mí mismo lo
tiro, lo dejo, lo abandono, porque yo siempre digo si no emociona al que lo
está escribiendo, menos le va a pasar al que lo lee, pero siempre me han dicho
gente que se dedica a escribir que no hay que tirarlos, hay que guardarlos y
luego se vuelve a releer y vos sabes que tienen razón porque por ahí de
casualidad me encontré con algo que había abandonado y me dije che pero no
estaba tan mal y le retocas algo queda a
gusto”.
¿Sos de esos escritores que se sientan a que surja la inspiración, o la
inspiración sumado a la emoción te obligan a sentarte a escribir?
“Yo soy medio haragán para escribir, me cuesta digamos y a veces como
les debe suceder a un montón de escritores salen casi como de un tirón por lo
menos la idea principal y a veces en otros casos se da que te trabas en un solo
verso y podes estar un mes y en mi caso soy muy crítico, severo conmigo y
por ahí capaz que pasa un año dando vueltas, normalmente las que salen del
corazón- las más viscerales- son las que menos corrijo”.
¿Con tantos buenos poetas locales por qué no hay una antología de
poesías sobre nosotros, sobre Baradero?
“El otro día hablamos con Juan Bautista Silva, que es un joven
escritor, y decíamos hacer algo que tuviera que ver exclusivamente con
Baradero, es decir juntar todo lo que tenemos de material y hacer algo junto de
todos los personajes y situaciones de Baradero que hay miles y cuando uno
describe lo propio se transforma en universal“.
¿Tus poemas sobre personajes baraderenses son maravillosos, hay gente a
la que sentís que le debes una poesía?
“A veces me pasa que con algunas personas es como que te inspiran tanto
respeto que se te arma como un caso especial, por eso es que te decía me debo
escribirle algo a Quique Manara- que en su momento no me salió y viste quien
sabe que cosas se tendrán que alinear- y con Ángel Concilio teníamos una
relación casi de hermandad, ahora me toca compartir muchas cosas con su hijo. O
el caso de Pablo Romero, es tan doloroso lo que pasó que me cuesta escribirle”
¿Según tu pensamiento, cuando un poema está completo?
“Normalmente uno escribe sabiendo que se está dirigiendo a otro, no lo
hace dirigiendo hacía uno mismo porque no necesita escribirse uno, a mí
me parece que el poema se termina de completar cuando lo lee alguien- que es la
otra parte- cuando vos lo lees, vos sos parte también del derecho de autor,
porque tu interpretación es única, entonces es como en el teatro que si no
existe el otro es como que no existe el teatro tampoco.”
Compartimos dos de los poemas de Jorge, que no forman parte del libro:
“El Flaco”
Hoy los pájaros se quedaron mudos.
El sol amaneció por el oeste
para confundir las sombras
y la torre de la iglesia es sólo una penumbra.
Los jacarandás se niegan a tirar sus flores
y en un gesto rebelde levantan desde el suelo
las que ya cayeron.
El cóndor de la plaza confirma su ceguera
y no quiere ver, aunque pudiera.
El General desde el bronce
nos dice que volverá al exilio.
Como en un film planeado por un loco
cientos de automóviles
se paran en el tiempo,
porque saben que hoy
se harán trizas en todas las esquinas.
Dónde andará el escobillón de colores
usando carcajadas para barrer tristezas
y su revolotear de manos para ordenar sonrisas
en un inmenso concierto de tambores
al golpear como parches los techos de las casas.
Pero no.
La mañana está herida,
herida fatalmente, con un tiro en el pecho.
Ha muerto el Flaco Cáceres.
Se lo han dicho a todos. Es cierto nomás.
Por no molestar se fue sin avisarnos.
Baradero está escondido en un rincón,
llorando.
CORAZON DE CARTON
(Monge)
Las calles poco a poco lo fueron atrapando
la ciudad lo asumió como propio
entrañablemente suyo
y él no lo sabía.
Su carrito celeste por la calle Malabia
un escudo de Rácing grabado en la madera
una caja de cartón y otra y otra caja
una cuadra y otra cuadra y otra cuadra
Nunca nadie lo vio morirse de antemano
ni mendigarle al poderoso sus migajas
y no me animé a gritarle su honradez
en la cara y aún ando
clavándome puñales en las manos
por no haberlo abrazado
sin importarme el olor a humo de su ropa
ni sus sudores viejos
su sonrisa de clown, la boca desdentada
y decirle sin pudor alguno:
– viejo, cuánto quiero tu dignidad inmensa –
Una caja de cartón y otra y otra caja
una cuadra y otra cuadra y otra cuadra
El partió de las calles para siempre
y nadie se dio cuenta
como tampoco advirtieron su llegada
pero la ciudad está vacía en su costado izquierdo
totalmente dolida
y mutilada.